Los Goliardos

La prosa goliarda es un ingenioso ejemplo de cómo el discurso satírico y soez puede darse en colectivos tan estigmatizados y desapercibidos como los clérigos y estudiantes de la Edad Media. La poesía medieval, rica en su forma gramatical y en la métrica de sus versos, fue un fenómeno cultural que anduvo más allá de la dimensión litúrgica apoyándose en recorrido y originalidad en la tradición latina de los textos clásicos. Sí. La recuperación de la tradición clásica no es una aparición estelar por parte del trabajo de los intelectuales del siglo XVI, sino podemos hablar desde el pleno convencimiento de los distintos renacimientos que aparecieron en la Edad Media y tuvieron como referentes en sus enseñanzas a personajes como Horacio, Virgilio o Boecio.  



El goliardo es una figura del siglo XII y XIII asociado a los entornos estudiantiles de las escuelas catedralicias del  norte de Francia. Aproximadamente, desde 1125 a 1230, es el gran período de la poesía goliarda o poesía lírica secular. Fueron estudiantes o clérigos <vagabundos> de vida irregular con muy mala reputación respecto al entorno escolástico. El término goliardo proviene del nombre de Golias, donde algunos estudios lo relacionan a Goliat el Filisteo. La iglesia los consideraba como personas de vida ligera y clérigos deplorables alejados de la palabra de Cristo, aunque en sus filas, también se contaron clérigos de gran conocimiento y de un ingenio brillante. Cabe enfatizar, que los goliardos no fueron un movimiento ordenado y organizado, pero su trayectoria y atrevimiento desde la lógica audaz y una gramática afilada, hizo de los goliardos un colectivo que se expandió hacia zonas bávaras e italianas. La prosa goliarda aborda un esquema poético que despliega una gran variedad de temáticas que van desde textos monacales a canciones folclóricas, donde en su métrica puede apreciarse la sátira hacia la élite eclesiástica hasta el júbilo por el vino, las mujeres y las canciones:

Meum est propositum in taberna mori,                  (He decidido morir en la taberna,
Ut sint vina proxima morientis ori.                         que mis labios rebosen vino cuando
Tunc catabunt letius angelorum chori:                    cuando llegue la hora. Así los ángeles
Si Deus propitius huic potatori.                               Llorarán, y con gozosa elocuencia
                                                                                 Pedirán la gracia y la absolución de
                                                                                 este borrachín a nuestro señor.)


Dos de los goliardos más reconocidos han sido El Primado y el Archipoeta. El Primado es uno de los poetas con más repercusión durante el siglo XIII. Con toda una obra de poemas de gran elaboración e ingenio, Salimbene, le llamó “un canalla de lo más divertido y un gran poeta e improvisador que, si hubiera dedicado su corazón a Dios, tendría un lugar de importancia en las letras divinas, y hubiera sido útil para la iglesia de Dios”. Se conoce que fue un canónigo de Orleans llamado Hugo alrededor de 1140. Pequeño y deforme, fue un estudioso de los grandes clásicos donde destacó por sus grandes dotes de ingenio. Aunque gran parte de sus obras han desaparecido, lo poco que consta, ha sido suficiente para catalogarlo como uno de los grandes poetas de la Edad Media.

La figura del Archipoeta también gira en torno a la perspicacia de El Primado. Archicanciller de Federico Barbaroja, era de origen noble y educado bajo la formación clásica de Provenza e Italia. Los poemas del Archipoeta son una basta declaración del ambiente festivo y confraterno de los estudiantes de las universidades. Como el Carmina Clericorum, “Bebamos más, y luego volvamos a beber”.

Manuscrito del Carmina Burana


Bajo esta consigna, la poesía goliarda, establece un diálogo entre los placeres de la juventud, la crítica a las élites y las aventuras de los peligrosos caminos, consiguiéndose un cántico y una poesía “herética” y claramente pagana que enmarca la idiosincrasia de un período condicionado por la Guerra Santa. Difícilmente es posible medir el peso sustancial de los goliardos en la vida cotidiana alrededor de las escuelas catedralicias, pero podemos intuir, con gran proximidad, que las particularidades de la poesía y de los cánticos goliardos influyeron notablemente en la esfera social de las bases más bajas. 


                              

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