La Secta de los Asesinos

Desde finales del siglo XI se propagó por todo Oriente Próximo un fenómeno con evidentes marcas clandestinas. Un movimiento que aterrorizó y puso en jaque a todos los reyes de la dinastía selyúcida o simplemente de carácter sunita. Esta secta convertida en clan, aislada en las accidentadas montañas de Siria se les llamó hashishiyun o hashashi, cuya palabra acabó deformándose en <asesino>.
La secta de los asesinos es reconocida como una de las fuerzas operativas más eficaces de la historia, en concreto en época medieval. Éste movimiento vio la luz a finales del siglo XI, justamente en el año 1090. La fundó un hombre sabio, de vasta cultura y sensible por la literatura prosaica, de gran curiosidad y siempre atento al progreso de la ciencia. Hassan as-Sabbah, conocido como el viejo de la montaña, nació en el año 1048 en el centro de los confines de Persia, donde poco después se constituiría la actual Teherán. Hassan fue un chií adherido y activo, convencido de que el Islam era legítimo a través del cuarto califa y sobrino de Mahoma, Ali Abu Talib. 
Durante su juventud contempló como la dinastía turca selyúcida se apoderaba de las principales ciudades de Oriente Próximo y simpatizaba con el Islam suní, los enemigos acérrimos del Islam chií. Ante esta situación, Hassan as Sabbah, se establece en Egipto donde reina la dinastía fatimí representando el último bastión chiíta dentro del núcleo islámico. Tras decepcionarse por el poco rigor religioso del califa egipcio al-Mustanzir, Hassan encuentra en El Cairo un conjunto de simpatizantes integristas que velan por los intereses del Islam deseando reformar el califato chií, y sobre todo, vengarse de los infieles selyúcidas. 




El éxito de Hassan as Sabbah en El Cairo no se hace esperar, incluso el hijo del califa egipcio al-Mustanzir, Nizar, se alía con el viejo de la montaña. El joven heredero al califato fatimí egipcio, no duda en que su padre no tardará en morir y él no piensa ser una marioneta en las manos de sus visires, sino se propone junto a Hassan y todos sus allegados, garantizar a los chiíes una preponderante edad de oro.
Antes de que Nizar ostente el califato de Egipto, Hassan as-Sabbah, otorga en su beneficio y en el de sus discípulos un gran golpe. Cerca del mar Caspio, en la sierra de Elburz, toma por sorpresa la fortaleza de Alamut, un lugar privilegiado y llamado <nido de águila> que solo por su descripción ya la hacía inexpugnable. De esto modo, Hassan, sentará las bases de una organización político-religiosa cuyo empuje y eficacia la harán temible. La secta obtiene grados distintivos, a cada iniciado se le otorga un nivel de instrucción, donde dispondrá de continuas pruebas para demostrar su valía y lealtad al clan. Los adeptos tendrán una rutina de ejercicios basada en un continuo adoctrinamiento y en exhaustivo entrenamiento físico. El procedimiento habitual de los <asesinos> en sus incursiones refleja una organización pequeña  formado por un equipo de cuatro o cinco personas, disfrazados de mercenarios o ascetas, con la misión de matar a determinada personalidad. Generalmente, los asesinatos deben realizarse en lugares públicos, por ese motivo, los <asesinos> se familiarizaban continuamente en los lugares más concurridos, aunque el trazo del plan se realizaba en el más estricto secreto. 




La preferencia de Hassan as-Sabbah para cometer los asesinatos son los viernes y en la correspondientes mezquitas. Beneficiándose de medio día ya que todo musulmán acude a la oración, el crimen no es solo una consecuencia política, sino una doble lección donde es de obligación realizar en público, ya que el castigo de la víctima es visto por todos y el sacrificio del <asesino> también, casi siempre estos pequeños comandos de hashashi morían en el acto después de sus víctimas. La frialdad y serenidad con que los miembros del clan realizaban sus asesinatos, hicieron creer a sus coetáneos que estaban bajo el efecto del hachís, por lo que se les llamó hashishiyun o hashashi, aunque no hay pruebas en las fuentes historiográficas que demuestren el consumo de hachís en la acción de los asesinatos. 
El primer crimen de la secta es durante el año 1092 donde Nizam al-Mulk, el rey de los turcos selyúcidas y padre del dominio de los guerreros turcos en Oriente Próximo, morirá de una puñalada a manos de un adepto de Hassan as-Sabbah. Las consecuencias para la dinastía selyúcida serán <terribles>, ya que jamás se recuperará el esplendor de unidad islámica y llevará a interminables conflictos por la sucesión al trono.
Ante estos hechos, la secta de los asesinos, espera que Nizar a manos del califato egipcio recupere el honor de los chiíes en Oriente. Pero la insurrección de Nizar en Egipcio no triunfa y Hassan as-Sabbah prepara al margen de lo sucedido en Egipto una magnífica estrategia para consolidar el clan: Situar el feudo de la secta en los confines de Siria, allí con sus interminables conflictos internos, donde solo es necesario enemistar a una ciudad con otra, a un hermano predecesor con un califa o visir presente, para beneficiarse de plena autonomía y que sus enemigos jamás lleguen a realizar una coalición.
Los territorios selyúcidas se encontrarán a finales del siglo XI con dos enemigos aplastantes y de distinta naturaleza, los cruzados, como amenaza externa destrozando todo a su alrededor desde Constantinopla hasta Jerusalem y los asesinos por otro lado, ya como una amenaza interna. Varios asesinos comenzarán a infiltrarse en varias cortes selyúcidas, como por ejemplo la de Alepo, donde el rey Ridwan estará bajo el control absoluto del asesino Abu Taher, el orfebre. Los asesinos, nizaríes llamados por unos, batiníes llamados por los cruzados, se alegraran de que un ejército de occidente amenace el reinado sunita. Es a partir del año 1113, cuando el visir Ibn al-Jashab, entra en cólera al ver con sus propios ojos el trato amistoso entre cruzados y asesinos, los llamará traidores e infieles y comenzará una persecución casa por casa y calle por calle de las principales ciudades a la caza de batiníes. Poco después, tras la muerte de Hassan as-Sabbah en 1124, los actos de la secta se recrudecerán llevándose por delante la vida de Ibn al-Jashab. A partir de éste momento los <asesinos> trajeron un terror creciente, los creyentes se abstenían de hablar y ya nadie se atrevía a censurarlos en público, ni visires, ni emires, ni sultanes. El 26 de noviembre de 1126, al-Borsoki, señor de Alepo, es víctima de la venganza de los <asesinos>.




Los estados selyúcidas vivían una auténtica anarquía, nadie escapaba de las puñaladas de la secta, muchas personas eran sospechosas de estar vinculados al clan, campesinos, artesanos y mercaderes, eso sin contar con los círculos estrechos de las personalidades políticas. En pleno recelo político, los cruzados pierden a su líder más carismático, Bohemundo, tras la muerte de éste, se alza como señor de Antioquía su hijo también llamado Bohemundo, conocido como Bohemundo II, que aprovechará la situación caótica de los turcos para imponerles duros tributos. Los turcos sabiendo el contacto político entre cruzados y el clan de <asesinos> no dudan en proporcionarles dichos pagos.
La situación dará un giro extraordinario, dentro del teatro de operaciones, donde cristianos y musulmanes luchan por la hegemonía de los lugares sagrados y el clan aporta grandes dosis de homicidios para regenerar el Islam, se sumarán las hordas del pueblo mongol que desde inicios del siglo XIII se habían propagado por Indochina y Asia Menor. La última gran campaña de su líder más carismático, Gengis Khan, durante 1218-1223, hará caer al imperio corasmio llegando a las puertas fronterizas de Antioquía, Alepo y Damasco, incluso los altos del Golán y la península del Sinaí quedan amenazados. Hacia 1256 un gran ejército mongol dirigido por  Hulagu Jan, inició una ofensiva por el interior de Siria y en especial contra las fortalezas de los hashashi, Alamut, la fortaleza inexpugnable que había sido conquistada por Hassan as-Sabbah en 1091, se rindió sin combatir y la fortificación fue reducida hasta los cimientos, inclusive la rica biblioteca nizarí que residía en su interior fue totalmente destruida. 




Después del ataque mongol bien poco se conoce del destino de los <asesinos> que sobrevivieron. Las fuentes indican que se dispersaron por todo Oriente insertándose en aldeas y grupos de mercaderes y como secta o fuerza operativa se desconoce su destino. El legado que nos deja la Secta de los Asesinos es la de un grupo clandestino y bien estructurado que trató de regenerar el Islam chií a través de pasar a sus enemigos a cuchillo. Su entramado organizativo dejó para la posterioridad un trabajo furtivo en la sombra capaz de hacer tambalear los reinados de los turcos selyúcidas y una actividad que dejó más deteriorada las relaciones antagónicas internas de los creyentes del Islam.



BIBLIOGRAFÍA

- Maalouf, A. (2013). Las Cruzadas vistas por los árabes. Alianza Editorial. Madrid.

- Kinder, H. Hilgemann, W. (2006). Atlas Histórico. Akal. Madrid.

- Hassan as-Sabbah y la Secta de los Asesinos. Recuperado: http://www.mundohistoria.org/blog/articulos











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