El Cosaco

Richard Wagner nació durante el concilio bélico que protagonizó Napoleón Bonaparte en Europa contra las coaliciones europeas. Siendo él un retoño recién allegado al mundo vivió sus primeros meses de vida entre disparos de cañones y cargas de bayoneta. De niño comenzó a interesarse por la historia clásica, en especial las revueltas griegas, y se entusiasmaba hasta el éxtasis leyendo Robinson Crusoe, aislándose en la soledad como si de su isla se tratara. 
Ante sus primeras clases de piano, el joven Wagner parecía condenado a abandonar la música, sin ni siquiera haber comenzado. Su profesor se exasperaba ante un joven tan revoltoso, no veía talento en sus pueriles manos. ¿Cómo un mal alumno puede convertirse en un gran compositor? La música deslumbra por el talento que la interpreta y por el prodigio que la exalta, la música no perdona a los malos alumnos. Emergió el genio natural, el talento nato se fraguó en el constante estudio de Wagner sobre las obras de su admirado contemporáneo, Beethoven. Compuso su Oro del Rhin generando algún reconocimiento sin gran repercusión. En la esplendorosa ciudad de Lucena bajo el contorno impetuoso y nevado de las montañas austriacas, Richard Wagner de espaldas a ellas compuso los trazos de su gran obra trágica: Tristán e Isolda. La composición de ésta obra cambio por completo su vida, inquieto, taciturno y en ocasiones intratable, se lanzó por Europa para estrenar su gran obra recalando después de largos viajes por Francia y los Estados alemanes en Viena. Ante la expectación que se había generado, las dudas que se cernían al estreno de Tristán e Isolda brotaban en la piel del compositor y del propio director del teatro. El protagonista que interpretaba a Tristán lanzó la partitura al flojo aire del teatro declarando que aquella obra era "absurdamente díficil", ante el desapego de los artistas y los continuos aplazamientos de la obra, llegó a declarar que aquello no era una simple catástrofe, sino el comienzo del fin. 
De pronto, cuando Wagner veía a sus acreedores a la vuelta de la esquina, cuando sus palabras ya no surtían efecto ni a directores de teatro, ni a su amada Cosima, accedió al trono Luis II de Baviera. La suerte es incomprensible y por su oportunismo carece de sentido, la nobleza, la burguesía y la aristocracia, rechazaban en su gran mayoría la voluntad musical del compositor, excepto una persona, el nuevo rey de Baviera que sus 18 años era gran admirador de Wagner. La admiración del rey fue tan implícita y estrecha que desembocó en una amistad acosadora para el propio Richard Wagner. Los ministros del rey de Baviera exclamaron sus gritos al cielo cuando atisbaron las continuas sangrías al fisco real. El rey mandó construir el teatro de Bayreuth, expresamente construido para la ejecución de las obras de Wagner. La prensa se hizo eco de ello, recrearon toda una ofensiva mediática contra el propio Wagner, que había pasado en poco tiempo de la pobreza a la abundancia, y ahora a la confusión. El compositor superado el episodio del rey adolescente, fraguó una gran amistad con el filósofo Friedrich  Niestzche donde estudiaron e interpretaron juntos las obras de Schopenhauer. Wagner participó en las revueltas de 1849 en Dresde (Alemania), tras el fracaso de las revueltas, comenzó a escribir tratados de temática política y filosófica que tiempo después serían admirados por su gran amigo Niestzche. "El pueblo es incapaz de lograr una verdadera elevación cultural y moral por sí mismo. Sólo una minoría de elegidos podrá lograr esa elevación, para cargar sobre sus espaldas con el deber de elevar al conjunto de la sociedad".

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